En los 70 también había hackers, y la mayoría de ellos se interesaban por la tecnología de comunicaciones más popular: el teléfono.

Uno de ellos era John Draper, y su experimento hizo perder el sueño a más de un ingeniero de la poderosa AT-T .

Pongámonos primero en antecedentes: EEUU, un país donde la movilidad de las personas es enorme, y es muy fácil tener amigos que cambian no sólo de ciudad, sino de Estado. Obviamente, aparte del correo ordinario, la opción para mantener el contacto con ellos es el teléfono (no olvidemos que estamos en los 70)
Allí, si bien la mayoría (por no decir todas) de las compañías telefónicas ofertaban las llamadas locales a coste cero, con las conferencias no ocurre lo mismo, y obviamente se facturan; y no precisamente barato.

Captain Crunch

Un día de 1970, Draper estaba comiendo unos cereales Captain Crunch, bastante populares por aquellas tierras, y dándole vueltas a la cabeza sobre cómo funcionaban las centralitas telefónicas.

La parte que más le intrigaba era el saber cómo un aparato como este distinguía entre un teléfono y otra centralita que colgase de ella.

Sabía que los teléfonos estaba conectados a las centralitas y que al recibir una llamada, si el número era de la misma centralita se conectaba automáticamente; en otro caso, esta le pasaba la llamada a aquella que tuviera el número marcado. Se sirvió otro tazón de cereales, y en ese momento apareció el regalo que venía en la caja: un sencillo silbato.

Terminó sus cereales, y mientras jugueteaba con el regalo descolgó el teléfono para hacer una llamada. En ese momento, sin querer, sopló, el silbato sonó… y escuchó otro silbido en el auricular.

Sorprendido, colgó sin hacer la llamada mientras observaba el silbato. ¿Sería posible que algo tan simple y barato como para regalarse con unos cereales fuera la solución al problema? Descolgó nuevamente el teléfono, sopló con decisión, y de nuevo recibió un tono de respuesta. Marcó el número, y tras una breve conversación con su interlocutor colgó.

Silbato Cap’n Crunch

Rápidamente, decidió hacer una prueba: comprobar cual había sido el último número marcado. Descolgó el auricular y marcó el código que permitía repetir la última llamada. Cuando descolgaron… era el número marcado antes de usar el silbato.

Tras una breve conversación, se sentó a meditar lo que había ocurrido:
El silbato había mandado un tono por el teléfono que le indicó a la centralita el mensaje “Hola, soy otra centralita. Pásame la llamada” en lugar de “Soy el cliente X. Ponme con el número Y”.

Pero había algo más.

No sólo le había indicado a la centralita que él era otra igual, si no que el control del cargo de la llamada se había transferido a su inexistente centralita (en realidad, a su teléfono). Por tanto, la llamada no se le cobraría… porque no había registro de ella.

Investigando otras opciones, descubrió además que el sonido enviado no es que sólo le permitía engañar a la centralita, sino que en realidad la colocaba en modo de Operador y podía controlarla a su antojo.

Blue box

Animado por esto, Draper creó la primera BlueBox y compartió su diseño con alguno de sus amigos, e incluso se publicó un artículo al respecto en la revista Esquire escrito por Ron Rosenbaum, a partir del cual muchos hackers desarrollaron y evolucionaron el sistema; entre ellos Steve Jobs y Steve Wozniak.

Wozniak llegó incluso a llamar al Vaticano imitando la voz de Henry Kissinger , en aquellos tiempos Secretario de Estado de Richard Nixon, solicitando hablar con el Papa. No lo consiguió por que Su Santidad estaba durmiendo: cosas de las franjas horarias y los eficientes funcionarios del Vaticano.

Pero todo no sería tan fácil. En 1972 sería arrestado por fraude a compañías telefónicas, y pasó una buena temporada entrando y saliendo de la cárcel hasta 1978.

Apple II

En 1977, en uno de sus periodos en libertad, Jobs y Wozniak le llamaron para que trabajara con ellos en la empresa que habían fundado (Apple), y desarrollase el primer módem para el entonces novísimo y popular Apple II. En realidad, Wozniak quería un dispositivo que pudiese hacer que sus computadoras funcionasen como un contestador automático, pero Draper fue más allá y diseñó un dispositivo de interfaz denominado «Charlie Board», que llamaba a números WATS (llamadas de larga distancia, con tarifa plana) utilizados por muchas corporaciones, emitiendo tonos que no sólo le darían acceso, si no que además la llamada serían gratis e ilimitadas. Wozniak estaba entusiasmado con el proyecto pero Draper, por sus antecedentes, no era alguien muy querido en la empresa y el departamento legal tuvo claro que un dispositivo como ese podría traerles problemas.

El modem para el Apple II no se comercializó nunca (en modelos posteriores si, pero era otro diseño), y Draper fue detenido de nuevo en ese mismo año.

EasyWriter

No obstante, no perdió el tiempo. En prisión, mientras cumplía su condena en la prisión de Alameda, Draper desarrolló una versión de Forth con la cual creó EasyWriter, el primer procesador de textos que existió para las Apple II.

Draper licenció EasyWriter a IBM para su línea de PCs, y esta lo convirtió en el procesador de textos oficial de la compañía, superando a programas de la competencia (como Microsoft)

Animado por el éxito, Draper fundó una empresa de desarrollo de software: Capn’ Software, que estuvo activa durante casi seis años, pero los pocos beneficios la llevaron a la quiebra. Pero este no fue el único problema al que tuvo hacer frente: uno de sus distribuidores, Bill Baker, contrató a un equipo de desarrollo para crear Easywriter II. Draper demandó a Baker y el caso se resolvió en un acuerdo extrajudicial.

Tras esto, se quedó sin hogar, sin trabajo y completamente arruinado. Vivió una buena temporada en un autobús con su amigo Dave Bengel (hablaremos de él en otra ocasión) y desapareció por el sudeste asiático, posiblemente en Corea.

En 1986 uno de los fundadores de Autodesk, John Walker, le ofreció un puesto en la empresa para desarrollar drivers de tarjetas gráficas en las oficinas de San Francisco. No parecía irle mal, pero un año después, en 1987, Draper detenido por falsificar los billetes de tren del BART. Se declaró culpable de cargos menores menores en 1988 y condenado a libertad vigilada e inscribirse en un programa de reeducación y rehabilitación. Durante ese periodo de condena siguió siendo empleado de Autodesk, aunque no pudo seguir trabajando para la empresa. Autodesk despidió a Draper en 1989.

Años más tarde, en 1999, Draper fue nombrado Director Técnico (CTO) de ShopIP, una empresa de seguridad informática que diseñó The Crunchbox GE (un nombre muy apropiado), un firewall basado en OpenBSD que recibió el apoyo de Wozniak. Pero a pesar de toda la publicidad, dispositivo no tuvo éxito con las ventas y dejó el puesto en 2004.

Afortunadamente, en 2007 Wozniak le ayudó a encontrar trabajo en una de las empresas de las que era socio: En2go. Pero dos años después las acciones de la empresa cayeron por debajo de los 0’20$ y los movimientos en la cúpula directiva, con cambios constantes, no hacen presagiar nada bueno. La empresa desapareció en 2009.

Sigue trabajando como consultor externo en materia de seguridad y, cómo no, en Voz sobre IP a sus 80 años.